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Mi historia de inmigrante para el 4 de julio

Mi padre, Ignacio Cotaquispe, y mi madre, Constantina Cotaquispe, son del mismo pueblo de Ayacucho, Perú.

Crecieron como amigos del vecindario y, aunque la vida los llevó por caminos diferentes, siempre estaban a solo una llamada de distancia. Después de años sin ver progresos en el ámbito laboral, mi padre decidió que su nuevo objetivo era mudarse a Estados Unidos.  

Se unió a los millones de inmigrantes en la ciudad de Nueva York que estaban comenzando a alcanzar estabilidad económica. Hacía malabares con dos empleos a la vez y comenzó a centrarse en fortalecer sus habilidades con el inglés tomando clases nocturnas. Durante ese tiempo, mi madre se había mudado a España y trabajaba arduamente como cuidadora, pero nunca perdió contacto con mi padre. Después de años de ahorrar y mantener una relación a larga distancia con mi padre, ella decidió que Estados Unidos era el mejor lugar para formar una familia debido a las infinitas oportunidades educativas y económicas que ofrece.     

En 1998, mi padre obtuvo la tarjeta de residente permanente y de inmediato comenzó a prepararse para la ciudadanía.   

"Yo sabía que mi sueño americano no estaría completo hasta que me convirtiera en ciudadano estadounidense", aseguró.  

Establecer un hogar en Estados Unidos.

El arduo trabajo de mi padre dio sus frutos, ya que se naturalizó en 2002, el año en que nací, listo para comenzar una familia en su nuevo país de residencia. Un año después, mis padres se casaron en la ciudad de Nueva York.  

Mi madre es residente legal de Estados Unidos desde 2004, y se naturalizó en 2017. La razón principal por la que mi madre dudó en comenzar el proceso fue su dominio del inglés. Era ama de llaves y había trabajado en el mismo hogar de habla hispana durante muchos años. Su principal preocupación era aprobar los exámenes de cívica e inglés.   

Como familia, todos la animamos y prometimos ayudarla a prepararse hasta que se sintiera segura para realizar el examen. Durante muchos meses, lo único que se reproducía en el automóvil eran las 100 preguntas sobre educación cívica. Mi hermanito Max y yo nos turnábamos para explicar eventos históricos y personajes que podrían aparecer en el examen.   

El día del examen, todos le deseamos buena suerte. Desafortunadamente, no fue suficiente. Mi mamá no aprobó la parte de inglés y se sintió muy desanimada.   

"Cuando empezamos a tener una conversación sobre mi solicitud en inglés, me quedé bloqueada", nos contó mi mamá.

Alcanzar el sueño americano 

Después de varios días de reflexionar sobre el día del examen, mi mamá se dio cuenta de que estaba muy cerca de alcanzar su objetivo y decidió que no iba a rendirse.   

Todos comenzamos a conversar en inglés con ella y a repasar todas las secciones de su solicitud. Cuando llegó el día de su segundo examen, mi mamá entró a la sala con confianza y salió con una gran sonrisa. Se convirtió en ciudadana.  

Ahora mis padres son los orgullosos propietarios de nuestra casa en Natick, Massachusetts. Pasamos los fines de semana en nuestra terraza cocinando y compartiendo historias, tanto nuevas como antiguas. Soy la primera generación de mi familia en asistir a la universidad y estoy estudiando Ciencias informáticas y Economía en Wellesley College gracias a los sacrificios que hicieron mis padres. Valoro la historia de inmigración de mis padres porque es lo que permitió que mi propia historia comenzara.   

Cómo me inspiró la inmigración 

Mientras investigaba sobre pasantías para el verano, encontré One Percent for America y me sentí identificada con su misión de empoderar a los inmigrantes en todo el país. Como hija de inmigrantes peruanos, he sido testigo del camino hacia la ciudadanía de mis padres, y los he ayudado a recorrerlo. Sentí el llamado a trabajar para OPA y retribuir a mi comunidad, porque comprendemos de primera mano la importancia de alcanzar el sueño americano. En Estados Unidos, la independencia no solo se refleja en llevar una vida cómoda: es seguridad, progreso y la capacidad de ser nosotros mismos sin temor a la persecución.    

Cuando reflexionamos sobre los años que pasaron, la decisión de mis padres de quedarse en los Estados Unidos y convertirse en ciudadanos nunca cambia.    

"Si tuviera que hacerlo todo de nuevo, lo volvería a hacer. Ser ciudadanos nos abrió muchas puertas, no solo para nosotros, sino también para el futuro de mis hijos. "Quería que tuvieran la oportunidad de obtener una buena educación y progresar en cualquier campo en el que decidieran trabajar", dice mi papá.  

"Después de años de trabajo, finalmente habíamos llegado a una etapa en la que podíamos vivir con más tranquilidad. "En ese momento decidí que era hora de convertirme en ciudadana del lugar al que había considerado mi hogar durante tantos años", agrega mi mamá.   

No pasa un solo día en el que no esté agradecida por lo que mis padres han hecho. La inmigración me dio la oportunidad de convertirme en una persona completa. Me dio la capacidad de hablar con fluidez en inglés y español, lo que me permite explorar otras culturas y comunicarme con más personas en todo el mundo. Me dio la oportunidad de llevar la vida que quiero y alcanzar las metas que me he propuesto.   

Estoy orgullosa de la historia de inmigración de mis padres todos los días, pero especialmente cuando celebramos el Día de la Independencia, y siempre encontraré formas de retribuir a la comunidad de inmigrantes.   

Jaci Cotaquispe, pasante de verano de 2023 en OPA, estudia Ciencias informáticas y Economía en Wellesley College. 

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